Fuenmayor, quiere expresar su idea acerca de, qué es una
organización, para lograr esto hace uso de una serie de herramientas,
desde, analogías, hasta ejercicios de “creatividad” que tendrá que realizar el
lector para lograr la comprensión total del Capítulo 1, estas técnicas se
vuelven algo más complejas a medida de que avanza el texto, ya que la
abstracción aumenta.
El Capítulo inicia con la pregunta con la que éste se titula; ¿qué es una organización?, expresando explícitamente que nos será de incumbencia la referida a actividades humanas. Fuenmayor comienza indicándonos terminología como: noción, unidad nocional, especie, indicación y objetividad, la cual usa a lo largo de la parte introductoria del escrito, para realizar una analogía entre lo que es una organización y el concepto, que puede pensarse algo vago, de una silla.
Fuenmayor quiere dar a conocer que, cuando nos referimos a una organización, por ejemplo, la Universidad de los Andes, lo pensamos, tal como un término genérico, podemos estar considerando las mismas características organizacionales tanto para la Universidad de los Andes así como para una franquicia de venta de vehículos.
Algo que también se destaca en la parte inicial del capítulo, es como hacemos uso de la indicación o señalación física para referimos a un objeto físico real, pero como es igualmente usada en algo abstracto, como el concepto de organización.
El texto de entrada también habla acerca de la indicación objetiva, un aspecto CLAVE de entrada al entendimiento de qué es una organización. Fuenmayor usa la idea de la indicación objetiva para explicar cómo, un objeto, conocido en su totalidad, se debe tratar de proyectar ante otra persona, de la forma más familiar posible; entonces, es de igual forma, como se pretende que, cuando se formula un juicio acerca de una organización, produzca una indicación objetiva.
Sin embargo, esta técnica de la indicación objetiva tiene una falla, no es lo mismo indicar –físicamente- una silla, que a la Universidad de los Andes. Desde aquí, el autor comienza a desenvolver un estado espacio-temporal para tratar de eliminar la no-funcionalidad del concepto de indicación objetiva, originado a través de la imposibilidad de señalar físicamente a una organización.
Para comenzar a definir el concepto de organización, se toma como ejemplo a la Universidad de los Andes, la cual posee un conjunto de recursos que se usan para que la misma tenga un funcionamiento deseado. Si estos recursos se encuentran inactivos ¿la universidad funciona?, ¿que pasaría si el uso que se le da a los recursos sea para otro distinto a los de su fin original?
Al parecer lo que va constituyendo a una organización, es entonces, un sistema de actividades bien definidas para un conjunto de recursos, y así lograr un fin determinado.
Se vuelve aquí a mencionar el hecho de que, al ser la organización un sistema teleológico de actividades, es este, incapaz, de poder ser indicado en un medio espacio-tiempo, sigue siendo entonces, la organización, una estructura abstracta.
Puede entonces que esta aseveración anterior este indicando a su vez un error, no es del todo cierta esa forma “abstracta” de la organización, esto debido a la serie de referencias subjetivas de cada actor de la organización. No es cierto entonces, que para por ejemplo, un obrero de una organización, perteneciente al departamento de mantenimiento, se comporte la organización como un ente abstracto; esto aplica también para el líder en el departamento ejecutivo. Lo que se quiere hacer notar es que cada uno de los miembros según su visión, tendrán una versión distinta acerca del ambiente donde se desenvuelven, y por ende, una visión distinta de la organización a la que pertenecen.
Fuenmayor, entonces, menciona que si todo lo anterior es válido para una silla, que es un objeto tangible, será igualmente entonces valido para una organización, lo cual como ya mencionamos, es un objeto producto de la abstracción. Habla igualmente de lo que denomina la síntesis reductora, que consiste en el hecho de que cuando se indica un objeto, éste se ve desprovisto de una serie de características adicionales, se busca entonces, entregarle, al interlocutor, una cara objetivada, del objeto, ocultando aquella variedad de “cosas” que lo integran, para así tratar, que la otra persona cuente con la misma visión que tiene el emisor.
Es esta condición multifacética, lo que plantea un gran problema –y riesgo- al momento de describir las organizaciones, ya que atenta contra el sistema teleológico de actividades.
A continuación, Fuenmayor, hace uso de otra analogía, en este caso, para comparar, una organización de actividades humanas, con un juego, como por ejemplo, el futbol, el cual cuenta, como sabemos con una serie de reglas. Una vez se aprende a jugar el juego, el sistema de reglas de este parece estar inmerso en nosotros, no es una guía que se vaya a consultar minuto a minuto durante el desarrollo de la actividad deportiva por ejemplo. Somos parte del juego al igual que las reglas pasan a ser parte de nosotros. ¿Es entonces un jugador para un actor externo un alto cumplidor de las reglas mientras el jugador está inconsciente de ellas?, ¿está el jugador tan dentro del juego que no se da cuenta de que las reglas están modeladas a partir de un comportamiento genérico de este mismo?, ¿cuánto hay que distanciarse del juego para poder notar la fuerza con la cual estamos cumpliendo o no una serie de reglas?.
La situación descrita anteriormente, es lo que pasa en una organización y su sistema teleológico de actividades, ¿por qué?, la persona está dentro de una organización, sometida a una lista de reglas, las cuales, no se presentan ante el de una forma abierta, el actor solo está “jugando” y está adaptado al sistema en el que se encuentra presente.
Otro punto importante a tocar es el de un modelo básico organizacional, para ello, es necesario nombrar algunos términos iniciales o pseudo-axiomas, como lo son: organización, organizacional, eficiencia, gerencia, racionalidad, formal, actividades, objetivo, recursos, actores, entorno socio-organizacional y entorno receptor.
El modelo básico de una organización, viene definido entonces por, un sistema de actividades expresamente ordenado –organizado- de acuerdo con un fin que se ha planteado previamente; cabe destacar que aún, estando en presencia de actividades automatizadas –sobre todo en el campo industrial-, estas requieren de la responsabilidad de un grupo de personas, las cuales llamaremos actores. La forma como se organizan los actores y las actividades depende del modo organizativo, y esto definirá, el éxito con el que se logre cierta actividad.
La gerencia no es más que el alto conocimiento acerca de diversos modos organizativos y cómo son usados para un mejor desempeño. El objetivo o fin planteado, son modificables en el tiempo, sin que sea mentira que, en cualquier instante de tiempo, que se le “tome una foto” al sistema –ver su estado- se cuente con un objetivo bien claro y se esté trabajando en base a este.
Las dos concepciones siguientes de la organización van a ser la: mecanicista e interpretativa.
La primera, la mecanicista, establece los fines de la organización como un conjunto de fines independientes, los objetivos se consideran datos –dados de entrada- invariable en el transcurrir del tiempo e interpretable de igual forma por un observador externo. El juicio sobre el sistema de actividades y el uso de recursos usa dos ejes, uno de máxima racionalidad-máxima irracionalidad, y otro de máxima eficiencia-máxima ineficiencia, siendo así, la óptica mecanicista solo consideraría dos estadios para cada eje, por ejemplo, o se es muy eficiente, o se es poco eficiente. En esta concepción los seres humanos son considerados piezas, de una gran maquinaria, dándoles dos valores posibles a su desempeño, funcionan, o no. El problema fundamental de esta óptica, es que se reduce el comportamiento organizativo a buscar el modo más eficiente para lograr el objetivo o fin planteado, lo cual, descarta una serie de características importantes que pueden llegar a ayudar a definir la organización.
Ahora, la concepción interpretativa de las organizaciones, como su nombre lo plantea, establece que las interpretaciones no deben ser absolutas ni únicas, son relativas, un grado de interpretaciones acerca de un mismo caso de estudio, hasta los objetivos formales pueden ser vistos de distintas formas y perspectiva según la labor de un actor dentro de la organización. El concepto de racionalidad y eficiencia se mantiene, ahora, ya no tiene dos estados, tiene digamos, “infinitos” valores que puede tomar, gracias a la visión interpretativa de todos los elementos conformantes de la organización. Desde la concepción interpretativa el problema fundamental es, dilucidar o “desenmarañar” posibilidades dentro de la variedad de interpretaciones existentes, esto origina un término, el cual se conoce como la plataforma cognoscitiva interpretativa, que va a ser la que permita discutir está serie de interpretaciones y diversos valores de elementos que van desde, variedad en el sistema de actividades hasta la opinión acerca de los objetivos formales de parte de cada actor de la organización.
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